TIEMPOS DE GLORIA, FREIXENET 1914-2014
A century of hard work, suffering, hope, fortune & glory
2014 ha sido un año de efemérides y conmemoraciones. 2014 ha visto el centenario de la gran tragedia europea y mundial, la gran guerra, como se le llamo entonces, antes de que sus consecuencias obligaran a ponerles dígitos, con la redición en la segunda, que no fue europea y gran, solo, sino mundial. Pero también ha visto el 2014 la celebración de efemérides pacíficas y felices, y muy positivas para la humanidad; la conmemoración del primer centenario de empresas como Freixenet, Perfumería Puig, David vehículos de Barcelona, y del restaurant de Valencia el Palace Fessol (alubia blanca valenciana utilizada en platos de arroz ; en fessols i naps, paella, caldoso con pelotas) de gran beneficencia, pues se ha pasado 100 años dando de comer a la gente y al igual que Freixenet ha cumplido con el mandato divino y bíblico “dar de comer y beber a la gente”.
Cuando sir Edward Grey, ministro de asuntos exteriores, se dirigía al parlamento británico desde la sede del gobierno en Whitehall para solicitar la entrada del Reino Unido en la Gran Guerra en agosto de 1914, dejo constancia de su pensamiento al ver como los faroleros apagaban el alumbrado público. “La luces se apagan en Europa y no volveremos a verlas encendidas en nuestra generación”.
Pero en una pequeña hacienda del Penedés, la Masía de la Feixeneda, se encendía una luz que ya dura 100 años -para suerte y felicidad de muchos- la empresa Freixenet. En la Gran Guerra, España se mantuvo –afortunadamente- neutral en esta locura apocalíptica. España estuvo neutral, pero no así los españoles, que se declararon aliadófilos o germanófilos según les pareció desde la barrera. Otros se declararon neutrales de la neutralidad, y los menos, pero los más alucinados del horror que vivían los países vecinos, “indiferentes espantados” que dijo Benjamin Francklin. En España era presidente de gobierno Eduardo Dato, enseñado en los libros de historia, no sé porque; yo lo recuerdo porque cuando hice el servicio militar en la Armada había un cañonero llamado Dato, que se iba a desguazar, pero Dato fue un mal presidente delante de la situación internacional generada. Fue una época de gran crecimiento económico para España debido a la gran demanda de productos por los países beligerantes y otros neutrales necesitados. Pero, también se perdieron los ricos mercados de Cuba, el sur de Estados Unidos, y de los países del cono sur americano. El tráfico marítimo disminuyo por culpa de la guerra submarina alemana, primero dirigida y luego ilimitada, sin restricciones. Este comercio de gran riqueza para España, gracias en parte a esa figura de colonizadores modernos catalanes a los que se podría llamar “indianos catalanes” (Partagas y Gener en puros, Romulo Bosch en vinos, la exportación de vinos de Alella y Penedes, y frutos de mediterráneo español) quedo perjudicado. Los que se atrevieron a embarcar exportaciones pagaban fletes y seguros prohibitivos. El gran músico catalan de fama y admiración internacional Enrique Granados murió con su esposa en el hundimiento del Sussex en el canal de la Mancha, cuando iba a coger un trasatlántico con destino a EE.UU, en 1916 torpedeado por un submarino alemán el U-29. Nacer una empresa en 1914 no puede considerarse por las condiciones del entorno, el mejor de los momentos natalicios para una actividad o proyecto económico o negocio. Posiblemente los creadores de Freixenet no sintieran en ese momento una visión histórica de su empresa, tal como ahora lo podemos apreciar. De cultura pagesa y menestral catalana, por tanto muy trabajadora, organizada, realista, prudente y ordenadamente procesal, sentirían -naturalmente- la sensación del momento, la del inicio de la actividad y el entusiasmo del instante, una especie del carpe diem del emprendedor.
Freixenet nació de la unión de las familias Ferrer-Sala, al contraer matrimonio Pedro Ferrer Bosch de la familia propietaria de la finca indivisa de La Freixeneda en Mediona (comarca de l’Anoia), con Dolors Sala, pubilla de la casa Sala, entidad vitivinícola fundada en 1861 y que sufrió de lleno los embates de la filoxera cuando llego a Catalunya en la década de 1870. Su descendiente, Dolors Sala, tenía pues memoria clara de la condición vitícola de su familia y del entorno. Su marido, Pedro Ferrer Bosch era de una familia unida por la masía y la actividad agrícola, al territorio durante 18 generaciones. Tenían pues, una condición rural de pagesia, una cultura de agricultores mediterráneos, de hereters, como decían los naturalistas del XVIII (pequeños hacendados de campesinado estable y seguro ligado a la tierra). Pedro Ferrer era poseedor, también de un gran genio comercial, un emprendedor nato. Era el pequeño de la familia, y con ganas de hacer camino en la vida. Tenía lo que hoy llamaríamos un sexto sentido para los negocios, había visto como la interacción entre los barceloneses que visitaban las bodegas del Penedés para comprar espumosos y que pedían el mejor xampany “el de la cava” había creado una dialéctica de gran valor económico y una espiral crecimiento entre los elaboradores de espumosos y sus clientes. Si su esposa Dolors Sala tenía la cultura y la sensibilidad de hacer buenos cavas – los que a ella le hubiese gustado beber- Pedro Ferrer pensaba estructuralmente, orientado al mercado, y para establecer su marca hizo una pruebas con diferentes etiquetados. Puso de nombre a sus cavas Castell d’Ordal, Petillant, Cuvée reservée y Freixenet a ver cuál era la respuesta. En demostración del gran valor de la interacción en el cava de consumidor – productor, la mejor respuesta fue para el etiquetado Freixenet. Y Freixenet fue la marca de sus buenos cavas y de la casa desde entonces hasta ahora. Esto también, como en otras cosas de la casa Freixenet (innovación, buena comunicación, constancia, comercialización moderna, búsqueda de la internacionalización y elan de liderazgo), fue identidad corporativa de esta vinería, y fue de gran valor etnológico, pues Freixenet es un mote, un apelativo cariñoso, un diminutivo parental y vecinal dado al pequeño de la Freixeneda. Si se es valenciano o catalán, se entiende muy bien. Los valencianos somos maestros en esto, El Perello y el Perellonet, lluny y llunytet, menut y menudet, Celler y celleret, xic y xiquet. Así, Pedro Ferrer era, el freixenet el menut de la Freixeneda.
Cuando se fundó en 1914, todo el sector del cava vendía poco más de 500.000 de botellas al año; hoy 100 años después , todo el sector del cava vende 241,3 millones de botellas de las cuales el grupo Freixenet es el 48,3 % por tanto es el primer productor y vendedor de cava.
Aquí aparece otro de los valores de esta casa vinícola, su influencia en el proceso histórico del cava, en su crecimiento y su desarrollo. Freixenet y su gran fuerza en hacer historia, la historia de Freixenet es pues una “historia historizante” es decir que sus éxitos, acciones, y elan hacen historia en el cava, pero también hacen la historia del cava, conduciendo a una influencia que hace historia. Como enseño Gaston Roupnel en Histoire et destin donde nos enseña que la historia es el discontinuo, y lo importante en la influencia de hacer historia, son los modos y métodos de vida, especialmente los de la vida rural, que marcan el destino del carácter de cada grupo o casa. Para Gaston Roupnel “l’Histoire est d’autant plus vraie qu’elle est moins “historique” entachée les faits”. Así, los hechos en los que Freixenet marcaron el progreso y la evolución del cava, no solo fueron hechos históricos, sino que hicieron que el cava como sector cobrara importancia histórica. Hechos, como sus aportaciones comerciales (creación de las marcas totémicas de la casa: Carta Nevada y Cordon Negro –un desarrollo de producto que creo escuela- modernidad en la venta, tecnología en la logística), tecnológicas (la introducción del acero inoxidable en la vinificación, la fermentación del mosto con temperatura controlada, la automatización del embotellado), y la comunicación (su publicidad moderna y luminosa en la TV y los cines, aquellos filmlets de movierecord en las salas de estreno -la gente aplaudía al iniciarse el anuncio-) no solo tuvieron un gran valor y éxito en si mismos, sino que “historizaron” el cava dándole categoría de vino singular en el concierto de vinos identificados del mundo. En el año 1975, el de la película Tiburón, su estreno en los cines iba acompañado del anuncio navideño de las bombolletes de Freixenet, y se alcanzaron ya 61 millones de botellas vendidas). Sus anuncios con la presencia de famosos e inolvidables actores y actrices significó un plus de modernidad para una España necesitada y ansiosa de ello (Liza Minelli, Raquel Welch, Victoria Principal, Gene Kelly, Antony Quinn, Paul Newman, Pierce Brosnan, Sidney Rome, Jaquelinne Bisset, Kim Bassinger, Demi Moore, Paz Vega, Pilar López de Ayala, Cheryl Ladd, Ann Magret, Gabino Diego, Alejandro Sanz) y un largo elenco.
En cierta forma, esta casa rustica comercial de La Freixeneda, donde nació la actividad industrial, es una maison en el sentido histórico. Freixenet en el cava, ha sido como la filosofía de aquella cita de Antoine de Saint-Exupéry en Citadelle: “Car j’ai découvert une grand vérité. À savoir que les hommes habitent, et que le sens des choses change pour eux, selon le sens de la maison”
Masia y territorio, l’esprit de le maison
Más que interesarme por relatar la lista de sus éxitos, sus premios, sus cifras. Todos activos económicos bien tangibles e importantes para alanzar los 100 años, me interesa destacar en esta pequeñísima crónica histórica, sus valores, su senso, como decía Saint Exupéry. Los valores corporativos de una casa sólida como Freixenet, no siempre están a la vista cuando se tienen y funcionan, son como, l’espirit de corps y lucha en una unidad militar, bien difíciles de percibir cuando forman parte del ecran colectivo, pero escandalosamente manifiestos cuando se carecen. Sí, son valores intangibles, pero de una contundencia en la influencia del éxito, determinante. La cultura como factor determinante es más perseverable que las condiciones materiales. Hay numerosos casos que contar, quizá en otra ocasión, pero, es que si no fuese así, los grupos e individuos no conseguirían nunca levantarse y superar las adversidades de la vida. He visto, he sentido esos valores en Freixenet, su exquisita hospitalidad, su natural empatía, su abnegación en la responsabilidad, cuestiones de autoritas no de potestas. Su liderazgo es bien manifiesto, la lealtad de los suyos, la suya hacia sus subordinados. Su devoción familiar, su respeto a lo que los mayores transmitieron. Todo ello forma parte del ecran Freixenet del cual sale su elan, ese impulso conectado con el heritatge fundacional, citado anteriormente. Cuenta que el patriarca actual Josép Ferrer presidente honorario, antes de ir a su despacho para el trabajo diario, de matinada gustaba de pasear por la finca la Freixeneda, ¿que obtenía cada día allí? ¿que fuerza telúrica sentía? ¿qué visiones enseñoreaban su corazón y su mente? solo el podría explicarlo. Pero los Freixenet del pasado saben porque. A pesar de ser una gran vineria, a pesar de todo el factor industrial para servir vinos en mas de 120 países del mundo, nunca dejaron de sentir y conectar con la maison rural, con la tierra, con su Freixeneda, los Freixenet del pasado explican porque. Cuando en el primer lustro de la década 1950, España se paró por la autarquía, el país se fosilizo, volvió el gasógeno, y la actividad volvió a la edad de piedra (y no es una metáfora, todo el sector 5 millones 900.000 botellas vendidas en 1955). La vida se volvió dura y el futuro se anunciaba pétreo. El director de aquel entonces hablo con los hermanos Ferrer y les confeso sinceramente que se necesitaban tiempos nuevos y mandos profesionales nuevos, con las alforjas utilizadas hasta ahora, no era posible salir de aquel entorno inmóvil. Los hermanos Ferrer volvieron sus ojos a lo que sus padres les habían enseñado, los valores, trabajo duro, innovación constante, internacionalización, publicidad, afán de superación, búsqueda de la mejora y la perfección. Valores que han sido las respuestas dadas por esta casa, siempre que Freixenet se ha enfrentado a las adversidades de la vida.
Los tiempos sombríos, Dos mujeres y un destino, salvar a su casa y su familia.
La guerra civil tuvo un alto costo para la familia, Pedro Ferrer fue fusilado por la represión anarquista y su hijo mayor desaparecido. Su esposa y su hija mayor Pilar se enfrentaron a la supervivencia pura y dura, saliendo adelante gracias a la fe, la perseverancia y fidelidad en los valores de la casa. Son estos valores los que están detrás de su éxito: comercial, cualitativo, económico. Valores que le hicieron conseguir el importante premio Copa Gabrielli para Segura Viudas (el mejor galardón para una bodega), los que le hicieron crear esa vineria de alto prestigio en California que es Gloria Ferrer en 1984 (año en el que todo el sector vendía ya 109 millones de botellas y exportaban 23 millones) o los que le hicieron tener la acertada visión de comprar una de las grandes -en calidad- casas de la Champagne Henri Abelé (ah! ese Ricey) mientras en ese año 1985 se vendieron 111,5 millones de botella exportándose de ellas 28,8 millones. O tener bodegas en 5 D.O.s españolas y comercializar vino en 3 mas, y subsidiarias en muchas zonas vinícolas el mundo (18 bodegas en 3 continentes).
Dolors Sala; las mujeres como transmisoras de los valores colectivos familiares
Pero sobre todo, son esos valores los que hacen que sus cavas y vinos produzcan satisfacción y felicidad en sus clientes, que ha sido una constante histórica de esta casa. Desde que Dolors Sala acompaño a su marido en la primera prueba de cata a pie bodega, de la Freixeneda hace 99 años. Un aniversario centurial en un siglo que es compendio de la edad moderna.
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